En BACO, nos complace inaugurar nuestra iniciativa "Bodega del Mes", destacando proyectos vinícolas que combinan tradición y pasión. Este mes de abril, presentamos a Bodegas Díez del Corral, una joya de la Rioja Alta con más de un siglo de historia.
Fundada en Anguciana, a escasos kilómetros de Haro, la familia Díez del Corral ha estado ligada al mundo del vino desde 1880. Su compromiso con la elaboración artesanal y el respeto por la tierra se refleja en cada botella, capturando la esencia del terruño riojano.
Entre sus vinos destacados se encuentran:
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La Piconada Tinto: Un tinto elegante elaborado principalmente con Tempranillo y sutiles notas de Maturana, representando la clásica fineza de la Rioja Alta.
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La Piconada Blanco: Una armoniosa combinación de Tempranillo Blanco y Chardonnay, fermentado en barricas de roble, ofreciendo complejidad y frescura.
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La Piconada Maturana: Un monovarietal de Maturana, que sorprende con aromas a café y hierbas silvestres, brindando una experiencia sensorial única.
- La Piconada Rosado: Vino elaborado con las variedades Viura y Garnacha tinta, vendimia manual, fermentado a muy baja temperatura para preservar toda la intensidad aromática y posteriormente criada sobre lías.
Y para conocer más a fondo la bodega y su proyecto, vamos a hablar con Juan, Javier y Manuel, que continúan este gran proyecto vitivinícola en Anguciana.
¿Cómo nació Bodegas Diez del Corral y cual es su filosofía en la elaboración de vinos?
Bodegas Diez del Corral es un proyecto vitivinícola que nace en 2019, aunque sus raíces se remontan a varias generaciones anteriores, ligadas estrechamente a la tradición y el conocimiento del vino en Rioja Alta.
El punto de inflexión llega en 2013, cuando Ricardo y tres de sus hijos viajan a Múnich y comprueban de primera mano el entusiasmo que despertaba entre profesionales y aficionados “La Piconada”, un vino familiar que comenzaba a destacar por su singularidad y carácter.
A partir de ese momento, y hasta 2019, la familia trabaja en la consolidación de un proyecto con una visión clara: elaborar vinos finos de Rioja Alta que mantengan la esencia tradicional, incorporando a su vez un enfoque innovador. Esta innovación se materializa principalmente en el uso de variedades minoritarias, que aportan una personalidad distintiva a sus coupages y se convierten en la seña de identidad de la bodega.
¿Qué hace especial al terroir de la Rioja Alta y como influye en sus vinos?
Nos encontramos en un enclave privilegiado de Rioja Alta, un entorno idílico donde el suelo arcillo-ferroso con canto rodado y el clima mayoritariamente frío durante buena parte del año imprimen un carácter muy especial a nuestros vinos. La marcada influencia atlántica define el perfil fresco y elegante de nuestras elaboraciones, aportando acidez natural y una gran capacidad de guarda.
En Bodegas Diez del Corral concebimos la elaboración como un proceso respetuoso, donde las verdaderas protagonistas deben ser las uvas. Por ello, trabajamos con barricas de roble de larga crianza —en torno a los 8 años de uso— que no enmascaran la fruta, sino que la acompañan y le permiten expresarse con autenticidad.
Este enfoque tiene una inspiración muy personal: seguimos la filosofía de un íntimo amigo de nuestro abuelo Carmelo, Don Rafael López de Heredia, pionero en demostrar que el tiempo y la paciencia, junto con el respeto al viñedo, son los mejores aliados para crear vinos con alma.
Combinamos barricas de roble francés y americano, buscando el equilibrio perfecto entre estructura, finura y complejidad, pero siempre con la premisa de que sea el viñedo quien hable en cada copa.
¿Qué aspectos diferencia vuestros métodos de producción y que buscan transmitir en cada botella?
Nuestra filosofía de elaboración se basa en los métodos tradicionales de Rioja Alta, convencidos de que esta forma de trabajar es clave para alcanzar la elegancia y finura que definen a los grandes vinos de la región. Realizamos una vinificación pausada, respetuosa con la materia prima, con fermentaciones controladas y crianzas que buscan acompañar al vino sin dominarlo.
Sin embargo, donde realmente marcamos la diferencia es en el coupage. En Bodegas Diez del Corral hemos apostado por una variedad minoritaria que apenas representa el 0,2% de toda la superficie plantada en Rioja: la Maturana Tinta. Una uva singular, intensa y expresiva, de la que cultivamos una hectárea cuidadosamente seleccionada en nuestro viñedo.
La Maturana aporta una dimensión única tanto a nuestros ensamblajes como a los vinos monovarietales. Su perfil destaca por una vibrante acidez, profundidad cromática, estructura firme y taninos redondos y marcados, que se integran en un conjunto equilibrado y con gran volumen en boca. El resultado es un vino con identidad propia, capaz de captar la atención tanto de profesionales como de aficionados, gracias a su originalidad aromática y su carácter diferenciador.
Esta apuesta por lo minoritario, por lo especial, es una declaración de intenciones: hacer vinos finos de Rioja Alta con alma innovadora, respetando el pasado pero mirando decididamente al futuro.
¿Para quienes prueban sus vinos por primera vez, ¿Qué referencias recomendáis y por que?
Para nosotros, el verdadero emblema de Bodegas Diez del Corral es nuestro vino de ensamblaje: un coupage compuesto por 90% Tempranillo y 10% Maturana Tinta. Este vino representa el alma del proyecto, la síntesis perfecta entre la tradición de Rioja Alta y nuestra vocación innovadora.
Es un vino fino, elegante, accesible y con alma, pensado para disfrutar. Un vino que acompaña, que no impone, y que tiene esa virtud poco común: el volumen. No es raro que, en una comida entre amigos, se compartan dos botellas antes incluso de empezar a comer. Esa capacidad de seducir sin esfuerzo, de invitar a seguir bebiendo, es precisamente uno de los pilares de nuestro enfoque: crear vinos que enamoren desde la primera copa.
Por otro lado, para quienes buscan una experiencia más singular, ofrecemos nuestro monovarietal de Maturana Tinta. Un vino que está despertando un creciente interés entre sumilleres, profesionales y aficionados, y que ya muchos vienen buscando expresamente cuando nos visitan en la bodega.
Con su estructura firme, acidez marcada, notas herbáceas y un carácter especiado muy particular, este vino guarda cierta semejanza con un Cabernet Franc del sur de África, aunque con identidad riojana propia. Es un vino que no solo se bebe: se escucha, se cuenta, se comparte. Tiene una historia, una personalidad única, y una capacidad de generar conversación que lo convierte en algo más que una referencia exclusiva.
Te invitamos a descubrirlo personalmente en nuestra casa, o en Baco, donde estaremos encantados de contarte la historia que hay detrás de cada botella.
¿Cómo ven el futuro del vino en su bodega? ¿Alguna novedad que podamos esperar próximamente?
Mis hermanos y yo creemos firmemente en el camino que hemos trazado. Nuestra hoja de ruta es clara: elaborar vinos de alta calidad, con alma artesanal y profundamente ligados al terroir de Anguciana, un pequeño pueblo riojano que, aunque poco conocido, tiene un enorme potencial vitivinícola. Nuestra ambición es posicionarlo en el mapa junto a grandes nombres como Haro, mostrando al mundo la riqueza que encierra su tierra y su historia.
Como parte de este sueño, estamos llevando a cabo la restauración de un edificio familiar histórico, junto con unos impresionantes calados subterráneos. Estas galerías excavadas en la roca recuerdan a las mazmorras de un château francés: imponentes, con más de 4 metros de altura por 3 de anchura, conectadas entre sí por pasadizos que recorren la propia montaña. Un espacio singular, auténtico y con un valor patrimonial incalculable que muy pronto abrirá sus puertas, convirtiéndose en un nuevo símbolo de nuestra identidad como bodega.
En lo enológico, este año cerramos el ciclo con una novedad muy especial: un vino exclusivo elaborado a partir de nuestra parcela centenaria, una joya vitícola donde conviven cepas de entre 100 y 120 años. En ella encontramos un tesoro de diversidad: Graciano, Garnacha, Mazuelo y Tempranillo, cultivados en vaso y con el máximo respeto por su historia y potencial.
De esta parcela nacerá un vino único, embotellado en una presentación especial, con etiqueta y diseño diferenciados. Solo elaboraremos 300 botellas numeradas, muchas de las cuales ya están reservadas incluso antes de su lanzamiento. Un pequeño homenaje al pasado, con vocación de futuro, que hemos querido compartir primero con los miembros de nuestro club de socios, quienes nos acompañan en este viaje con la misma ilusión que nosotros.
Porque en Bodegas Diez del Corral no solo elaboramos vino: construimos legado. Y lo hacemos con la tierra, la familia y la pasión como pilares fundamentales.