¿Quién no ha dudado alguna vez frente a una botella? La etiqueta nos mira con ese aire serio, con palabras raras, sellos dorados y números que no siempre entendemos.
Pero detrás de cada etiqueta hay una historia: a veces rigurosa, a veces un poco de marketing, y muchas veces… pura curiosidad.
En BACO nos gusta contarlo sin postureo, así que hoy repasamos algunos mitos, errores y anécdotas que esconde el “papelito” de la botella.
El tamaño de la letra importa (pero no como piensas)
En muchas etiquetas, lo más grande no es lo más importante. A veces destaca el nombre de la marca, pero el verdadero tesoro está en pequeño: la parcela, la añada o incluso una mención especial como “Viñedo Singular”.
Tip BACO: fíjate siempre en lo que parece secundario. Ahí suelen estar los secretos.
“Crianza, Reserva, Gran Reserva”… ¿jerarquía o estilo?
Mucha gente cree que un Gran Reserva siempre es mejor que un Crianza. Error.
Son diferentes estilos:
-
Crianza: más fresco, con paso por barrica corto.
-
Reserva: más afinado, con tiempo de botella.
-
Gran Reserva: más complejo, elegante, para momentos especiales.
No se trata de mejor o peor, sino de qué te apetece beber.
El mito del 13,5%
Seguro lo has oído: “cuanto más alcohol, más fuerte el vino”.
Pues no. La graduación indica el nivel de azúcar convertido en alcohol, pero no la intensidad de sabor. Hay vinos de 12% que parecen explosivos y vinos de 15% que acarician.
Sellos, premios y medallas
¿Un vino con cinco medallas es mejor? No necesariamente.
Los concursos suelen valorar según criterios específicos, y no todos son iguales.
Truco: confía más en tu paladar que en el oro de la etiqueta.
La contraetiqueta: el reverso también cuenta
Muchos se fijan solo en el frontal, pero detrás se esconde info clave: la bodega, la variedad, la temperatura de servicio recomendada, incluso la historia de quién lo hizo.
Es como el “making of” de una película.
Curiosidad final: ¿sabías que…?
Hubo un tiempo en que las etiquetas de vino eran auténticas obras de arte, ilustradas a mano y con tipografías únicas. Hoy algunas bodegas recuperan ese espíritu para hacer de cada botella un objeto de colección.
Una etiqueta te guía, te sugiere, te insinúa. Pero el verdadero viaje empieza cuando descorchas y pruebas. En BACO lo decimos siempre: elige con el ojo, pero decide con la boca.
Porque al final, más que leer una etiqueta, lo que importa es vivir el vino que hay dentro.