Hacer vino no es magia… pero casi.
Y aunque podríamos hablar de levaduras, fermentaciones y otras palabras de laboratorio, hoy te lo vamos a contar fácil, como si estuviéramos con una copa en la mano, que podrías si vienes a probar nuestros wine flight y nos conocemos en BACO.
1. La uva importa. Mucho.
Todo empieza en la viña. La variedad de uva, el clima, el suelo y hasta la orientación del sol influyen en cómo será el vino. Porque sí, una Tempranillo de La Rioja no es lo mismo que una de Argentina.
2. La vendimia: cosechar en el momento justo
Se recoge la uva, a mano o con máquina, según la filosofía de la bodega. Aquí hay tensión: si te pasas de madurez, el vino será dulzón; si te quedas corto, puede salir verde. El equilibrio es clave.
3. Pisarlas... o despalillarlas
Olvida la imagen bucólica de pisar uvas (aunque sigue pasando en algunos casos). Hoy se suelen despalillar, es decir, separar la uva del raspo. Luego se estrujan para liberar el mosto.
Despalillar.
¿Y eso qué es?🍇 Básicamente: quitarle el esqueleto a la uva
Despalillar consiste en separar las uvas del raspón. Es duro, amargo, y no suele aportar nada bueno si se queda mucho tiempo en contacto con el mosto. Por eso, la mayoría de bodegas lo retiran antes de la fermentación.
🤔 ¿Por qué se hace?
Para evitar sabores verdes o amargos en el vino.
Para conseguir una textura más suave, sin taninos duros.
- Para controlar mejor la fermentación y la calidad final del vino.
¿Quieres probar la diferencia en copa entre un joven despalillado y otro con raspón? En nuestras catas de iniciación te enseñamos a notar estos detalles con ejemplos reales.
¡Te esperamos en el Aula de Catas de BACO!
4. Fermentación: cuando el mosto se vuelve vino
Aquí entra la ciencia: las levaduras (naturales o añadidas) convierten los azúcares del mosto en alcohol.
- En los tintos, el mosto fermenta con los hollejos (la piel), que aportan color y taninos.
- En los blancos, se suele fermentar solo el zumo.
- En algunos vinos jóvenes se hace maceración carbónica, donde las uvas fermentan enteras dentro del depósito. Es el secreto de su explosión de fruta.
5. Crianza… o no
Algunos vinos se embotellan tras pocos meses: son frescos, directos, fáciles de beber.
Otros se crían en barricas de roble (y luego en botella). Ahí ganan cuerpo, aromas complejos, estructura.
Hay crianzas, reservas, grandes reservas… o vinos sin etiquetas que simplemente están buenísimos.
6. Filtrar, embotellar y a brindar
Antes de salir al mundo, se puede filtrar, clarificar y estabilizar el vino. Luego se embotella y… voilà: tienes algo que tardó meses (o años) en hacerse y solo segundos en hacerte sonreír.
¿Y qué hay de los espumosos, dulces o fortificados?
Eso es otro capítulo. En BACO te lo explicamos en catas, en reels… y en la tienda. Pásate y te lo contamos entre botellas.